Suenan las voces de todos los días, me despiertan gritando desde la caja tonta. Me visto, río, desayuno, veo tv, converso, trabajo, ceno, y el insomnio ataca a mi normal existir, las horas pasan inconcientes con el tedio de una luz blanca y cansada, las horas pasan y pasan hasta la madrugada, cuando en medio del mordaz silencio, escucho voces y risas de niños…como explosiones instantáneas y sucesivas, creadoras de Caos.
Perdido en un túnel lleno de restos de tiempo y cadáveres de recuerdos me voy rindiendo lentamente a la hija de Morfeo, dejo que mi tenue conciencia divague y flote, libre de cualquier prisión, deleitada de artificiales placeres y de enigmático desprecio. Las horas no pasan, corren insensibles y creo despertar… intoxicado, cansado, totalmente confundido a un día que tiene mucho de noche, que se embriaga con ciega costumbre mientras deja que rayos de sol, secos y repetidos, lo bañen con el pasar de las nubes. Despierto junto a tu cadáver, lógica razón, y saludo a la Locura…Bakunin, Bakunin!. Suenan las voces de todos los días, me despiertan…
“En la colina tercera de la esquina de los pájaros…”
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