martes, 14 de septiembre de 2010

Ido...

De piantado en piantado, somos dos. El uno está ausente, con sus manos cruzadas, observando fantasmas disfrazados de inútil olvido. El otro escribe sobre los dos piantados del aula y mira un pequeño pueblo, indiferente, que lo incita a fugarse de la prisión. Hacia allá, donde el verde se extiende infinito hasta donde el espacio lo convierte en azul y la luz del sol resucita el blanco de una pequeña iglesia...

Soy yo, somos nosotros, los que escribimos con esta única mano.

Hay uno, dos, tres...ocho cuerdos a mi alrededor, pierdo de vista al otro piantado. Los cuerdos están absortos, carentes de humor, leyendo un libro para cuerdos de mandil que curan cuerdos...mientras nubes violetas se suicidan, como kamikazes etéreos, ante la indiferencia lacónica de ellos. Uno es negro, dos un tonto, tres un nerdo, la cuatro son una y dos gigantes. Ahogo mi respiración con esta extravagante enumeración, de risa en risa, de carcajada en disimulado silencio...voy marchitando el tiempo con esta extraña canción.


"Vuelve a pensar que es volador y que viaja en un tren, y en un botón ata el reloj que le hace creer en el cielo, también"


- Vi una manzana verde!
- Eso era una pera...

- Vi una manzana larga y amarilla!
- Un banano...

Todas son manzanas...



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