El ambiente está oscuro, sepia dorado…traigo gafas, claro. Una extraña sonrisa deforma mi rostro, hoy asesinamos a Débora…su cadáver sigue tieso, perdido, algo indiferente en la cama de mi padre…oigo las risas de mi hermano y los aullidos del perro, tiene hambre. La cara de Débora era para morir de risa, pienso que todavía no lo puede creer, llegará al más allá con el rostro del espanto… la pobre cantaba como una poseída canciones de sui generis, en medio de un delirio de cocaína, cuando de pronto !Bang, Bang!... Un chorro de sangre, violento como un rayo, ensució la blanca pared del dormitorio. Tendremos que limpiar antes de que lleguen mis papas, ah si, el perro dejó de ladrar por que su hambre será saciada… hay carne y huesos de sobra.
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