A veces despertar es esta sucesión de imágenes que flotan en el vacío, como en un sueño. Una maldita pesadilla, una comedia sin sentido mientras en la radio una vieja canción de Joplin te susurra que el sol no trae un nuevo día, jamás. Veo sombras cafes bailando con el indiferente sol. Las voces sin sonido turban mi razón. Y tu sonríes, irreal. Solo óptica, solo luz reflejada, del pasado hacia acá…eres solo un reflejo en el espejo, en las ventanas, en un minúsculo charco de agua perdido en la ciudad.
Para Malena despertar era una extraña parodia, un aburrido simulacro de días mejores sin nubes negras. Era confusión, algo de maldad, la certera intuición de que un día transformada en diosa podría ser inmortal.
Salimos a la calle, malditos.
Disfrazados de lo que no somos.
Olvidando de a poco.
Animales del tiempo. Homo sapiens, sapiens no tan sapiens.
Y sí, miramos el cielo tan lejano y nuestro infierno tan cercano, adentro.
Para Tiago Nihil, en una cuerda floja sobre el abismo desbordante de nada, su nombre sabe a irrealidad, a disolución, a un posible y certero final.
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