jueves, 11 de marzo de 2010

Casi cadáver.

Hoy, casi me convierto en una estadística más, en un corazón azul en la vía. Lo único que me reconforta es que mi muerte hubiera sido algo sui generis. Al derrape lo único que atine a hacer, aparte de controlar el auto, fue reir, tal vez una risa nerviosa, según Carolina Hastío una risa de: Que loco, asi no ...La ciudad de la Furia se pudo haber convertido en la última canción que mis oidos escucharon. Patinar, derrapar y ese destino de furia es lo que las calles persigue. La reacción de Natalia Ruiz, la mujer del sombrero gris, fue digna de como vivió: Reir, reir, fumar y pedir un shot de tequila. Nadie grito, ni cerró los ojos...

Luego, mientras detenía el carro, pensé en que había hecho durante estos días, talvez mi muerte hubiera saldado una vida que en sus ultimos dias no era vida, tu sabes, estudiar, estudiar, estudiar y dormir tres horas. No he vivido, o he malvivido. La idea de la muerte redujo a la sin importancia a la mayoría de asuntos que me preocupaban. Adelante mundo puedes patearme que sigo vivo y con eso me basta. Es gracioso saber que mi ultima canción pudo ser la ciudad de la furia, mi último gesto una carcajada y mi ultimo pensamiento ella. En fin, recordé a Borges al llegar a casa:

"La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser el último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de los azaroso." El inmortal, J.L.Borges

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