miércoles, 3 de septiembre de 2014

Polos

En un polo están los blancos jóvenes de sonrisas radiantes y ropas multicolores, extasiados al margen y sobre la vida, viviendo el sueño entre imponentes rascacielos de vidrio y acero, confundidos tras el hedor etílico y la vaga promesa de inmortalidad inmediata que brilla tras las pantallas. Del otro lado, en un polo opuesto, hay un mundo en ruinas, un límite, inicio y  base fabricada con los hijos de la tierra, con campesinos de mirada dura y habla parda, que no viven el sueño pero ayudan a fabricarlo, que no tienen tiempo para el éxtasis de la gran aventura de la vida, que a duras penas alzan sus ojos del arado, aquellos ausentes hombres y sus familias cansinas que caminan en medio de su felicidad anacrónica, rodeados por casas hechas de tapia y rutina. Llamar a esto equilibrio sería una infamia.

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