La vida tiene una sutil semejanza con un laberinto lleno de trampas, cruces y callejones sin salida. Lo trágico, ciertamente, de este laberinto de años es que cuando uno llega a la salida se encuentra con la nada. Por que después del laberinto todo es un árido desierto donde la realidad pierde sus disfraces y la razón claudica. Lo escuché, alguna vez, en un película de cine latinoamericano: "Siempre existirá la belleza aún en el horror". Y comprendí que quien logre encontrar armonía en este dantesco vacío, será un profeta mas que un poeta. Un extraño iluminado, guía y respuesta, para esta humanidad intoxicada de vanas alegrías decoradas con verde olivo "In god we trust". Si, el hombre es un animal. Yo soy un animal que delira y en el último suspiro de esta noche de dolor veo una siniestra y hermosa esperanza que se desvanece, como un espejismo.
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