Respiro tu sombra en esta ciudad de tragedias cíclicas, con sus desgracias mudas y cotidianas.
Vorágine de tiranuelos, en todas sus razas, con todos sus colores.
Aprendices de Saturno, jinetes de un leviatán insaciable y múltiple.
Dios de los pobres, como diría un agonizante Simón;
¿Acaso nuestro destino único es el terror?
¿Acaso nuestro destino único es el terror?
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