El cielo no se ha enterado de mi venida y mi partida no disminuirá en nada su belleza ni su grandeza. La luna, que me buscará mañana, seguirá pasando aunque ya no me encuentre. Dormiré bajo tierra, sin mujer y sin amigo. Para nosotros, efímeros mortales, la única eternidad es el instante, y beber el instante es mejor que llorarlo.
(Omar Jayam)